revelou-se

 
No puedo dormir otra siesta ahora, signo de mi rebeldía. Tarea que me impongo, tarea contra la que me rebelo. Tengo que escribir. Tengo tengo. Tendría que grabar una canción ahora y se me da por retomar esta tarea con la que me había comprometido antes. Recién comí cuatro maníes con chocolate de una bolsa enorme de maníes con chocolate brasileros que tengo hace meses en mi casa. Me desilusiono cada vez, pero algo me mantiene completamente adicta. No tienen sabor ni a maní ni a chocolate pero son, aunque sea, increíblemente intrigantes. Su cobertura marrón y brillante tiene gusto a azúcar, según puedo descifrar, pero se que hay uno o más componentes que no logro aislar, solo percibir, como se percibe lo que no se nombra, como un excedente, como un fantasma. Esto es lo que me mantiene enganchada. Es como ver un tsunami y sólo haber conocido una piscina. Lo de adentro, supuestamente maní, dista también de evocar sus aromas, pero por lo menos comparte la textura. Tengo la auténtica necesidad de comer uno o dos o tres de estos habitualmente. Yo, que me jacto de una dieta balanceada llena de frutas y verduras a veces, siento necesario, en el medio del día, rebelarme. Me pregunto qué hacían las personas antes de que existieran los ultraprocesados. Comerían puñados de sal o quesos con hongos o sangre adentro de tripas. Cosas saturadas, la necesidad es de cosas saturadas, de por lo menos un exceso, de algo que escape a lo comprensible o a lo moral incluso, e inunde las tuberías por las que sentimos las cosas. El acceso sísmico de lo real. Estrategias para salirse de la mente. Supongo que parte del sabor de los maníes es el sabor del capitalismo y de una vida vaciada de sentido. Me doy permiso de gozar de esta decadencia, de un sabor que no remite a lo que debería y que crea por sí mismo una existencia paralela, falsa, adictiva y maligna. El sabor de la explotación del hombre por el hombre y de la nostalgia por el campo y la salud.
Me duele la panza.
Frecuentemente me pasan cosas que vivo más como una confirmación que como una sorpresa. Es decir, me pasa algo y tengo la sensación de que siempre supe que me pasaría. Ultimamente esta sensación se acrecienta y siento como si mi vida estuviera ya planeada. Es una visión pacífica, aunque no lo parezca. Descanso, por primera vez, comiendo una empanada de carne en la sección de cafetería de un supermercado. Todo está orquestado y la vida sigue su curso sin tener que encontrarle la vuelta o estrategizar lo siguiente o descifrar qué pasa con esto y con aquello y con cuándo lo otro.
Hay cosas con las que se me complica, por ejemplo, hay cosas con las que me acosa la duda, pero en el fondo siempre todo se sabe, aunque una no lo sepa. Un buen aprendizaje espiritual creo que pasaría por dejar ir esas preguntas y confiar en el magnetismo de la tierra y de la propia persona y animarse a ser cien por ciento honestos con lo que deseamos. Memorias de un deslizamiento submarino.
Hace poco también tuve la revelación de que todos vivimos con cierto grado de miedo, digo porque antes pensé que era yo sola. El miedo es a no sé qué, honestamente: probablemente a morir. Entonces no dejamos parejas que no deberíamos tener o no vamos a las cosas que soñamos directamente, con el corazón abierto; y coqueteamos y estrategizamos y nos ofendemos fácil. Antes pensaba que tenía que cumplir con ciertos mandatos relativos a mi edad o que mis afectos y mis placeres tenían que poder inscribirse dentro de un nombre o del discurso imperante. Hoy sería o sano o tóxico o amor o manipulación, u hombre o mujer o deconstruido o patriarcal sin espacio para pensar o sentir que el amor tiene su reverso maligno bordado en su misma trama y que sin él ni siquiera existiría. Como hacer pasar un tsunami por un cuentagotas diría una amiga mía. Me queda la cabeza cuadrada y me angustia pensar así, quiero salir a caminar en cuatro patas. Entonces no me caso ni con mi propia opinión, soy profundamente infiel - quizá mi salvación verdadera.
En esto otra cosa se me revela: El modo de interpretar voluntario.
¿Cómo interpreta una carta de romance una abogada? Como se saborea  jarabe de glucosa, maltodextrina, extracto natural de cacao, sal, grasa vegetal, aromatizante artificial de cacao amargo, colorante natural caramelo INS 150k, colorante inorgánico INS 171, antiadherente: talco INS 533i, glaseantes: INS 901, INS 902, INS 904 y el cerebro dice: Azúcar.
Julián me dice que hoy lo interesante puede ser desconectar en lugar de unir. Un mundo en el que todo está híper. Berlín, Argentina y Montevideo. Y ceso de tener revelaciones incluso.
¿Qué me queda? Probablemente no palabras. Música. Quiero poder desconectar, aburrirme, no explicar por un segundo. Aunque infiel, probablemente alterne entre lo uno y lo otro y me conmueva con una naranja partida en dos un día. ¿Decís que un estado de Facebook es escribir en voz alta? Digo que por internet todos nos extrañamos, pero ¿Cuándo estuvimos juntos? Hablás del sonido de una heladera que solo aparece cuando se apaga. ¿Cuál será la suma del murmullo constante del mundo? La utopía de la totalidad o lo que sea que busques vos, ¿Qué buscas vos? ¿Qué buscas vos? ¿Qué buscas vos?