fiat lux

Esto es algo que alguien ya debe de haber pensado antes. Un trolleybus de pensamiento. ¿Podrá ser que las corrientes eléctricas y las significaciones y el lenguaje se sigan como caminos más allá de la propia cabeza? Una pregunta para la física cuántica. Caminos que no surcan de un punto a otro punto una distancia terrenal si no una distancia eléctrica, me sale decir eso. Lo que debato es la existencia concreta y previa de los caminos, no la posibilidad de desplazarse en una línea de pensamiento, eso ya es así. De ahí la referencia a las líneas, a los hilos. ¿Por qué será que se usan esas metáforas geométricas y materiales? ¿Desde dónde se vinculan esas dos cosas? ¿Es una intuición de sentido? La boca articula la metáfora a partir de la sensación codificada por un cuerpo, validada por un corpus, aceptada por una o múltiples sociedades. El pensamiento se mueve en hilos. ¿Rizomas? Pero siempre son tubos. ¿La cognición tiene percepción de su propia realidad microscópica? ¿Puedo sentir el interior de mis neuronas?
En fin. El pensamiento es el siguiente: El dinero es materia espiritual. Literalmente es una figura que representa un valor abstracto. Es una metáfora tangible. Compramos con nada, con una representación que hace tiempo ya no tiene su reverso respaldado en un metal precioso. Como si fuese un cheque que remite al oro. Me hace pensar en Alí Babá y los cuarenta ladrones. Debe de ser uno de los cuentos más bellos de la Literatura con mayúsculas. Un cuento árabe y anónimo. Si hay algo que entienden los árabes es de pluralidad y de riquezas. Me acuerdo de imaginarme la cueva llena de brillantes y tesoros y me acuerdo también muy vivamente de la impresión que me causó la palabra 'tinajas', que la oí repetida muchas veces en Las mil y una noches. Una cultura que tiene relación con el aceite, con la seducción, con la música, con los fractales y con las matemáticas. En ese orden: de la tierra al cielo, del cuerpo a la consciencia.
'No compro con esa' o 'Corte brasilero solo compro con reales', La tierra está repleta de operaciones alquímicas. Mediante el intercambio se da y se quita una carga. Se deposita, se transfiere. Los bancos sacuden números. Los cables transportan datos a través de leguas y leguas debajo del agua. Cables debajo del agua contienen la expresión aritmética del valor siempre deudor del intercambio, porque la deuda no es de nadie pero se transmite del uno al otro. ¿Es la deuda de existir? ¿La deuda de haber dejado de ser simio? ¿La deuda de insertarse es la que se paga jugando el juego del dinero y en la posición que uno asume? Por algo siempre hay gente con menos plata que yo que tiene la posibilidad de ahorrar y mientras tanto el dinero se resbala entre mis manos. El otro día leí que Rosario Bléfari publicó un diario del dinero. Me interesa el tema porque es sucio, porque al igual que lo escatológico y lo sexual, no se pone sobre la mesa. Se sugiere, se metaforiza, se expresa pero no se dice. Pienso en la enemistad entre el dinero y la poesía. Usualmente lo pienso. Pienso que si los poetas fueran más inteligentes se harían amigos del dinero. Permanecer en una posición pasiva no es útil para nadie. El dinero da poder. Si el poeta quiere cambiar el mundo, primero tiene que poder. Pienso que El principito nos hizo mucho daño y que la izquierda en un punto empezó a malinterpretar las cosas. O a interpretarlas de manera infantil. Como que ser ético significa ser un mártir. Pero en ese juego de narcisismos a la inversa todos los poetas andan yorando la herida mientras la guita la manejan aquellos. ¿Quiénes? Los que gozan.